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LA EDUCACIÓN COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES APUNTES PARA UNA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN José Gaspar Birlanga Trigueros
El tiempo es un gran maestro, pero devora a sus discípulos
De todas las aventuras del espíritu, el aprendizaje es la odisea, la gran aventura. El proceso educativo no consiste en ejecutar algo ya ideado y formado en la mente. Recordando a Enri Bergson, y al hilo de sus más afortunadas expresiones, pudiéramos coincidir en que la clarificación de la docencia pasa necesariamente por analizar el papel principal que en todo trabajo docente juega lo que él denomina «esquema dinámico». Este esquema dinámico, que guía, en la mayoría de las ocasiones de una manera inconsciente o intuitiva, la labor docente, nada tiene que ver con una imagen consolidada en la conciencia, que anticipe apriorísticamente lo que será el resultado del proceso. Pero, centrémonos en el caso de la educación en la escuela y en los institutos. Un profesor puede contar con un perfil del alumnado, con unos materiales no ya adecuados sino incluso excelentes, puede tener perfectamente diseñadas las unidades didácticas, desde las actividades básicas hasta las de extensión y profundización de contenidos, amén del mayor currículo de cursos, cursillos y megacursos...; en definitiva, José Gaspar Birlanga Trigueros es doctor en Filosofía y Master en Estética y Teoría de las Artes. RELIGIÓN Y CULTURA, XLVIII (2002), 769-781
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